La Flor

La infelicidad es la discrepancia entre lo soñado y lo real.

La realidad por sí sola es perfecta, es lo que tiene que ser. Es la consecuencia única, obvia e inevitable de sus antecedentes.

Una flor está en completa armonía con su pasado y entorno. El cuestionar su perfección es caprichoso y arbitrario.

Cualquier defecto que en ella encontremos no está en ella, sino en la incompetencia del canon que usamos para medirla, el cual es inadecuado y disonante con la realidad de la flor.

¿Qué tal si en vez de forzar la realidad para que se ajuste a nuestros caprichos, alteramos nuestros deseos para que estén en armonía con la realidad?

De ser esto posible, la tensión entre lo que es y lo que esperamos que sea desaparecería, extinguiendo así nuestro sufrimiento.