Cosmología Inocente

Lo único que podré aspirar a ver por siempre es mi propia reflexión.

Si miro al cielo en busca de mi pasado, todo se remonta a un punto que es la nada absoluta donde una explosión cósmica todo lo generó. Esa gran explosión es el momento de mi concepción, el orgasmo que me creó.

Todo mito es una metáfora de mi propia juventud, una tenue y distorsionada memoria de mi pasado, del paraíso perdido.

Todas las culturas tienen una historia sobre gigantes; poderosos dioses que habitaron el planeta. Ellos guiaron y enseñaron a la gente quienes los adoraron.

Cuando era un niño, yo viví entre esos gigantes. Ellos me ayudaban cuando los llamaba, cambiaron mis pañales y me alimentaron cuando tuve hambre. Me levantaron cuando caí y me curaron cuando enfermé. También me mostraron su ira y castigaron cuando me porté mal o no cumplí con sus deseos.

Crecí y lentamente desaparecieron. Todo lo que de ellos queda son sus leyendas.

En el futuro, el universo se disolverá y se extinguirá en un hoyo negro, ese agujero será mi tumba.