La Ciudad

Cuando camino por las calles, ellas ocurren pausada y momentaneamente. Se van presentando mientras avanzo por ellas; el encuentro con cada esquina descubre nuevos posibles futuros. La intersección crea la posibilidad de elegir y el libre albedrío.

La ciudad transcurre en el tiempo un a calle despues de otra, una tienda, un edificio luego un árbol, un hidrante. Me intereso en el pequeño detalle momentáneo. Esa es mi vida, un incesante transcurrir de presentes.

Hoy ha pasado algo que nunca imaginé. He visto las calles desde el aire, ahora ellas no transcurren; simplemente son. El tiempo lineal se ha desmoronado, todo ocurre al unísono, las intersecciones ya no presentan posibilidades. La ciudad se ha convertido en una, no un millar de calles sino una unidad armoniosa. Nada en particular es relevante y sin embargo todo se complementa y tiene sentido. El todo es la recolección de cada uno de aquellos pequeños momentos.

Es una sinfonía donde cada acorde se suma a los otros para crear una obra maestra.

La apariencia física tambien ha cambiado; las alargadas y encajonadas avenidas con su destino ocurriendo en un punto distante se perciben diferente desde el aire, como una gigante red llena de movimiento pero a la vez estática; lo que desde abajo era tiempo ahora son solo pequeños destellos. Inmerso en ella cambiaban y se movían, ahora son un gigante patrón de erabescos.

Volveré a sus calles porque esa es mi naturaleza. La ciudad sigue siendo la misma y sin embargo ha cambiado para siempre.